Hoy estamos aquí para elegir a cuatro de los miembros del Consejo de Administración de Radiotelevisión Española. Pero, sobre todo, para ir finalizando un proceso de elección totalmente falaz, en donde las palabras nunca han acompañado a los hechos. 

Todo comenzó con la constitución de un comité de expertos que fueron elegidos a dedo por algunos partidos políticos. Expertos que carecían, en muchos casos, de las competencias profesionales necesarias para evaluar a los candidatos de una empresa pública altamente especializada y que es muchísimo más que los Telediarios. De la empresa pública que mayor exposición tiene en nuestro país. Todo ello con el supuesto objetivo de despolitizarla. O mejor dicho: de desgubernamentalizarla. Así que, partiendo de esa base, ¿qué podía salir mal? Pues todo, señorías. Porque lo que comenzó en el ámbito de la política… ha terminado en el ámbito de la política, que era precisamente lo que se tenía que haber evitado y no se ha querido evitar.

La situación de Radio Televisión Española no se arregla con discursos grandilocuentes, vacíos y plagados de lugares comunes. Creo que todos estamos ya bastante cansados de oír hablar sobre las esencias y las potencias de la radiotelevisión pública. Por el contrario, la situación de Radio Televisión Española se arregla actuando sobre sus cimientos, cosa que no se ha hecho ni se espera a corto plazo que se haga. De hecho, el programa marco, que es el instrumento fundamental para concretar los objetivos generales y las líneas estratégicas del servicio público esencial prestado por Radiotelevisión Española, lleva caducado más de tres años. Y, por otro lado, sigue sin existir un contrato-programa, que es el instrumento legalmente previsto para determinar los objetivos específicos de Radiotelevisión Española y su financiación con cargo a los Presupuestos Generales del Estado. Porque parece mentira que desde la creación por ley de la Corporación de Radio y Televisión Española en 2006, que se dice pronto, no haya habido tiempo todavía para hacerlo.

Sin estos dos instrumentos, el servicio público puede acabar siendo cualquier cosa y hecho de cualquier manera. Porque sin estos instrumentos, ¿qué plan estratégico, con líneas de actuación concretas, definidas y presupuestables a lo largo de una serie de ejercicios puede ejecutarse? ¿Y con qué financiación? Porque recordemos que las fuentes actuales de ingresos no aportan ningún tipo de estabilidad a Radiotelevisión Española. Y menos aún en la situación de crisis en la que nos encontramos.

Parece que en estos días estamos eligiendo al consejo de administración que va a solucionar todos los problemas de Radiotelevisión Española. Y ojalá fuese así. Porque la ausencia de consejo ha sido la excusa más repetida desde el verano de 2018 para no acometer las reformas necesarias, de tal manera que Radiotelevisión Española pueda fijar rumbo de una vez. Pero, tal y como hemos visto, esto no es así. Porque sin mandato marco, sin contrato programa y sin financiación estable no vamos a ningún lado. Condiciones, las tres, que son necesarias. Pero no suficientes.

Señorías, Radiotelevisión Española perdió el rumbo hace casi una década. Y desde entonces, la ausencia proyecto, la inercia, la molicie, la falta de dirección, las decisiones erróneas o el beneficio personal de muchos a costa de lo que sea la han colocado en la posición en la que hoy se encuentra. Porque hoy en día no es ni la sombra de lo que fue. Últimamente, Radiotelevisión Española reacciona tarde y mal frente a los acontecimientos. Todo ello, además, en un entorno en que se ha pervertido la función de control, al situarla dentro de la propia Corporación y en manos de elementos muy concretos. Por el contrario, resulta necesario respetar su independencia, dejando que sus profesionales efectúen la labor que tienen encomendada y dejando que su Consejo de Administración, a través de su presidente, el órgano que rinda cuentas ante la Comisión Mixta de control de RTVE y de sus sociedades.

No vamos a descubrir ahora la importancia del radiodifusor público nacional a la hora de vertebrar la sociedad. De un radiodifusor público que, frente a la tremenda polarización existente, realice una verdadera función social, beneficiosa para la ciudadanía y que sea percibida como tal. Que sea útil, entretenida y reconocida. Porque ahora,  más que nunca, en un contexto en el que se compite por la atención de las personas y en el que resulta muy fácil dividir a la sociedad con fake news y argumentos más cercanos a la víscera que al raciocinio, es fundamental la existencia de un radiodifusor público que sea punto de encuentro de la sociedad, en la que tengan cabida todos los elementos que conforman una realidad poliédrica y de las que se sientan orgullosos sus ciudadanos por todo los que les aporta.

La Unión Europea de Radiodifusión ha podido comprobar que cuanto mayor es la estabilidad presupuestaria y la independencia de los poderes públicos, mayor es el prestigio y el reconocimiento del que gozan los radiodifusores públicos por parte de los ciudadanos de su país de origen. ¿Hasta cuándo seguiremos conduciendo en dirección contraria?

Mañana en el Congreso de los Diputados se elegirá al presidente de la Corporación y tendrá por delante muchos retos. El primero, y fundamental, recuperar la credibilidad en Radiotelevisión Española. Para que vuela a ser el medio de referencia y la locomotora del sector audiovisual de nuestro país. Y eso no se consigue simplemente con unos servicios informativos que vuelvan a ser la opción preferida de los ciudadanos, ni mucho menos. Como hemos dicho hace un momento, Radiotelevisión Española es mucho más que todo eso. Y daría para muchos minutos de intervención.

En estos momentos, uno de los mayores retos que Radiotelevisión Española tiene por delante es el de la digitalización. Pero no esa digitalización de cartón piedra a la que muchos aluden, diciendo que han inventado el pincho de tortilla o el helado de cucurucho. Me refiero una digitalización real y que, entre muchas otras cosas, que permita seguir recibiendo en el futuro toda la programación lineal de TVE y RNE de manera libre, sin pago por conexión y con la mayor cobertura tanto geográfica como social en todas las plataformas que sea posible.

Buen ejemplo de ello es el de la digitalización real de la radio mediante la adopción del DAB+, como ya se está haciendo en toda Europa y como ya propuso nuestro grupo con la correspondiente propuesta de ley. Ahora es un magnífico momento para liderar desde Radio Nacional de España ese proceso de digitalización del sector radiofónico, aparte de una ocasión perfecta para volver a colocarla en el lugar que le corresponde.

Por todo ello, desde el Compromís hemos elegido a los candidatos que consideramos que cuentan con los mayores méritos para parte del Consejo de Administración u optar a la presidencia.

Muchas gracias.