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El señor VICEPRESIDENTE (Lucas Giménez): Gracias, senadora Barberá.

Pasamos al debate de los vetos.

Como la presidenta ha señalado, la propuesta de veto número 1 está firmada por el senador Mulet García, del Grupo Parlamentario Mixto.

Para la defensa del veto, tiene la palabra su señoría.

 

El señor MULET GARCÍA: Muchas gracias, señor presidente.

Es empezar con una broma de mal gusto que quien presida esta comisión sea una persona que en su día se burló del Constitucional en el caso de los derribos de El Cabanyal y demuestra el respeto que tienen ustedes por el Constitucional; es una persona que está investigada por la Justicia por incumplir la Ley de la memoria histórica y que está investigada por la Fiscalía por toda la trama de Ritalix. Por tanto, que esta persona sea la que venga aquí a hablar del Constitucional demuestra el respeto que tienen ustedes.

Seguramente, a ustedes, senadores del Grupo Popular, les habrán dicho muchas veces que la tienen muy corta; realmente cortísima. (Rumores). Únicamente estoy hablando de la memoria. Porque ¿se acuerdan de para qué sirvieron los golpes que en su día dieron ustedes, con el Tribunal Constitucional, al Estatut de Cataluña?  Solo sirvieron para una cosa, para sacar más gente a la calle y para generar más crispación. Ahora, simplemente, lo que quieren es dar otra vuelta de tuerca, insistir en lo mismo. Son ustedes realmente insaciables con estas medidas.

Muchas veces el Partido Popular, con su verborrea, nos acusa a los que no compartimos ni comulgamos con sus ideas de ser antisistema, cuando simplemente estamos defendiendo otro tipo de modelo económico, otro tipo de modelo territorial, un modelo de relación más solidario que consideramos mejor; nosotros pensamos que no somos antinada, sino que tenemos otro modelo. Los que actúan como antisistema son ustedes. Desde la legitimidad del juego democrático, sin trampas ni subterfugios, nosotros intentamos llevar a término un cambio de modelo. Nos presentamos a las elecciones, no mentimos, proponemos otro tipo de medidas, y donde gobernamos nos esforzamos en llevarlas a cabo. Nos presentamos a las elecciones sin ningún tipo de aparato mediático, sin ninguna Gürtel que nos pague la campaña y sin mentir en nuestro programa electoral; lo que proponemos lo intentamos hacer, no como ustedes, que se presentan con aparatos mediáticos, con Gürteles y tramas corruptas que les pagan las campañas, con medidas populistas y con un programa electoral que no se atreven o no pueden cumplir.

Por tanto, si tuviéramos que hablar de antisistema, son ustedes los que a mitad del partido quieren cambiar las reglas, no por vía democrática, no convocando elecciones para que se pueda votar y optar a ese cambio de modelo, sino con tácticas golpistas, que es como actúan ustedes: aprovechan la coyuntura de su mayoría absoluta para cambiar a medio partido las reglas del juego tal y como les conviene, unas reglas del juego que pueden estar cuestionadas; muchas de las personas que estamos aquí no votamos en su día la Constitución por cuestión de edad –posiblemente hoy tampoco la votaríamos porque pensamos que es plenamente mejorable−, pero la mejor manera de cambiar la Constitución y las reglas del juego es mediante pactos, con consenso, con diálogo, hablando entre todos nosotros, y no por la imposición de un partido, porque, al fin y al cabo, quien presenta esta proposición no es el Gobierno sino un partido, con la instrumentalización que hicieron en su día de que fuera un candidato de Cataluña al Congreso a presentar esta medida, con todo lo que ello conlleva. Por eso pensamos que los cambios de calado de las reglas del juego del que estamos hablando han de hacerse en un amplio escenario de debate, con aportaciones, diálogo y el máximo consenso posible, ya que lo contrario es simplemente táctica golpista.

Y nada mejor para ocultar los casos de corrupción −que les devora por los pies−, los efectos nefastos de su política económica y social, que crear grandes cortinas de humo, y qué mejor cortina de humo que decir que viene su lobo particular: hablan de nuevo de que quieren romper España, como si ustedes no la hubieran roto ya por todos los costados. Han roto ustedes su sagrada España llevando a la gente a la pobreza extrema, y la mitad de los jóvenes de su España sagrada, a pesar de ser la generación mejor formada de la historia, está sin trabajo. ¿Qué salidas ofrecen ustedes a esta generación, la mejor formada? Pues habrán oído muchas veces el chiste: hay tres salidas: por tierra, mar y aire; es decir, emigrar, porque nuestra mejor gente ha de huir al extranjero para poder sobrevivir –movilidad exterior, llamaba a esto una indigente intelectual–. ¿Y a los que se quedan, qué les ofrecen? Pues contratos basura, por horas, salarios basura. Esa es su España, las que ustedes están rompiendo cada día; no se rompe por consultar a la ciudadanía.

Sacan ahora el vídeo friqui de una moribunda que está en la UVI y la presentan al final como si estuviera viva, con la cara pintarrajeada, pero nos tememos que esa capa de pintura que le han puesto es para que no nos demos cuenta de que posiblemente es una zombi, o la muerta de la curva, porque creo que no la salvaron ustedes. Pero, claro, qué mejor que focalizar el gran problema de si se hace una consulta a la ciudadanía, o de que una nacionalidad quiere cambiar su modelo de relación con el resto.  A este paso no quedará nación, región, comunidad ni pueblo que quiera estar bajo su mismo paraguas; son ustedes los que impulsan a la gente a no querer formar parte de la misma realidad. En definitiva, están llevándonos al cantonalismo más rancio.

¿Y cuál es su última ocurrencia para continuar alimentando este marco de crispación? Pues cargarse la poca legitimidad que le puede quedar al Tribunal Constitucional. Desde que se han dedicado ustedes a utilizar el Constitucional como un chiringuito a su servicio han conseguido hacer polvo la poca credibilidad que le quedaba. La indecente instrumentalización partidista de sus magistrados, nombrados por los partidos del bipartidismo, ha ocasionado continuas recusaciones de magistrados por vérseles demasiado el plumero; magistrados que entran a formar parte del Constitucional con el carné del partido en la boca y que desde el primer momento actúan como hooligans al servicio de sus partidos, y así, paso a paso, lo deslegitiman todavía más. Y claro que urge reformar el Constitucional, pero no se atreven a hacerlo en lo esencial. La reforma urgente sería cambiar el método de designación de sus componentes por un sistema que garantice su independencia, y eso no les interesa.

¿Por qué no se opta por métodos como la insaculación, por ejemplo, para que la gente con mejor currículum pueda salir, por sorteo o por azar, y así no deban luego nada a los partidos políticos que los han puesto y no tengan que actuar como correa de transmisión de los intereses de aquellos a quienes deben la poltrona? Pero sabemos que eso sería pedirles demasiado.

Un Constitucional al que se cuestiona continuamente por estar manipulado y por ser partidista, injusto y parcial es el reflejo de la antesala de un régimen totalitario, y esa deriva la empezaron ustedes con el recurso que presentaron contra el Estatuto de Cataluña en 2006, dejando que fueran los magistrados del Constitucional quienes tuvieran en su mano el poder de decidir con una sola sentencia casi todos los aspectos de la estructura territorial del Estado. Ahí abrieron ustedes la caja de Pandora, y entraron a formar parte del él, después de recusaciones, militantes del partido para actuar como agentes a su servicio. Pero la responsabilidad es de los partidos que durante tiempo se dieron al pasteleo corporativo de configurar este organismo con ese “uno para ti, otro para mí…”, repartiéndose el pastel a base de bien y pervirtiendo su independencia.

Peligroso es que este órgano, no es que esté politizado, sino que es cien por cien partidista. Con una simple sentencia de quienes le deben la poltrona a los grandes partidos, pueden cargarse de un plumazo cualquier acuerdo unánime o cuasi unánime de cualquier territorio del Estado. ¿Y por qué no? El Constitucional puede cambiar o cargarse cualquier ley o cualquier reforma de gran calado que le moleste al poder político de turno. Han conseguido que el Constitucional deje de ser una garantía para la ciudadanía y pase a convertirse en una auténtica amenaza. Desde su creación hemos visto cómo los tribunales constitucionales han tenido siempre, en todas las democracias avanzadas, una legitimación muy débil, porque es un organismo que no solo tiene un contenido estrictamente jurídico, sino que también tiene unas consecuencias políticas fundamentales. Se ha dicho muchas veces, por ejemplo, que es un legislador negativo, desde el momento en que puede retirar del ordenamiento jurídico cualquier legislación que le moleste al poder político de turno. Por tanto, hay que ser absolutamente exquisito y muy cuidadoso en cuanto a sus competencias.

Las competencias fijadas en el Constitucional, tras un amplio consenso, parecían razonables, y la ampliación que ahora se procura no tiene sentido, sobre todo porque entra en un ámbito en el que no es habitual en el Derecho constitucional comparado que esté reservado a este tribunal. No puede bajar lo particular y por eso tiene que entrar la justicia ordinaria, si no, estaremos abriendo la puerta a una deslegitimación del Tribunal Constitucional.

Otra más es el choque que habrá o puede haber entre la justicia ordinaria y la constitucional. En definitiva un mayor descrédito del Tribunal Constitucional, que bastante mal quedó ya con las prácticas del bipartidismo, al ser utilizado para colocar a su gente allegada, alejándolo de sus funciones jurídicas y utilizándolo en muchos momentos como una herramienta de manipulación. El mejor ejemplo de la manipulación ha sido, como he dicho antes, la aberrante utilización que hicieron ustedes de dicho tribunal contra el Estatuto de Cataluña, y ahora lo agravan con esta reforma.

Por todo ello entendemos que la única reforma que realmente urge al Constitucional es que se garantice la independencia de sus magistrados y se determine un sistema de elección que evite su politización. Por ello hemos presentado este veto, que sabemos que no van a aceptar. Pero también les damos ideas. ¿Por qué no dan poder al Constitucional para que pueda actuar contra quien gobierna vulnerando derechos constitucionales, como es el derecho a un trabajo digno o el derecho a una vivienda? ¿Por qué no le dan atribuciones para luchar contra políticos corruptos? ¿O por qué no le dan atribuciones para actuar contra cardenales como, por ejemplo, el cardenal Cañizares que incita a la xenofobia? Pero, claro, estamos hablando de un tribunal que quieren que sea un simple instrumento político a su servicio, no un tribunal de justicia.

Por eso, señorías, hemos presentado este veto y por eso vamos a votar en contra de su propuesta.

Gracias.

 

Réplica

 

El señor MULET GARCÍA: Gracias, señor presidente.

Señores senadores, si el concepto o el término nacionalista puede tener alguna acepción peyorativa, creo que ustedes son la muestra del nacionalismo más rancio, reaccionario y absurdo que se puede tener. (Rumores). Hablan ustedes de respeto, y yo les respeto cuando ustedes hablan; respétenme cuando hablo yo. Hablan ustedes de cumplir y hacer cumplir la ley; y tienen en sus escaños a personas condenadas por la justicia o a personas que están siendo investigadas por no cumplir las leyes. Concretamente, han tenido la poca vergüenza de que presida esta comisión una persona que está siendo investigada por la justicia por incumplir las leyes, por no acatar las leyes. Así respetan ustedes la justicia en este país, así vienen ustedes a darnos muestras de legitimidad. Dicen ustedes que los votos no permiten incumplir la ley, que  no legitiman que se incumplan las leyes; aplíquenselo ustedes. Hablan ustedes de Cataluña, pero ¿qué han hecho ustedes en el País Valencià? Incumplir la ley sistemáticamente. ¿Cuántas personas imputadas hay? ¿Cuántas personas del Partido Popular condenadas hay? ¿Cuántas más habrá? ¿Qué lecciones quieren darnos ustedes? Hablan ustedes de una reforma; una reforma es algo para mejorar, se reforma una casa o se reforma una ley para mejorarla. Cuando es para empeorarla, como es el caso, no es una reforma; es una voladura, es un ataque, es una demolición.  Esto es —no tengo más tiempo porque lo voy a compartir con mis compañeros del Grupo Mixto—   simplemente una táctica golpista. Un vaso es un vaso, un plato es un plato y ustedes son lo que son, lo tienen en el ADN. La reforma que traen aquí simplemente es un golpe de Estado.

Gracias.